Es
bien sabido que en una sociedad como la nuestra, donde coexisten varias
culturas, algunas de ellas milenarias, el saber aparece como un mosaico
colorido y muy variado, tanto por sus orígenes como por su metodología, porque
justo es decirlo, no únicamente corresponde a la ciencia el poseer un método,
sino a toda forma humana de obtener respuestas sobre la naturaleza y la
sociedad.
En
el presente artículo tratamos de dar a la ciencia su verdadero estatus en el
mundo del conocimiento, confrontándola con el sentido común y con la
charlatanería, que aunque presentan diferencias de fondo en las intenciones que
las motivan, en los métodos que emplean y en las aplicaciones, en realidad sirven
a un propósito muy semejante: llenar vacíos de conocimiento en la explicación
del cosmos que necesita hacer el ser humano.
No
obstante, el sentido común es posesión universal humana debido a que se funda
en la experiencia cotidiana y la charlatanería brinda explicaciones fundadas en
sofismas que la hacen aparecer como una ciencia, y por lo tanto campean
enseñoreándose como sistemas de explicación del mundo y resolviendo (más bien
intentando resolver) problemas de la vida diaria.
Uno
de los objetivos del programa de la materia de Psicología es el de dotar al
estudiante de elementos que le hagan discernir entre estos tres tipos de
conocimiento y observar las ventajas del saber científico sobre los otros dos
tipos de conocimiento.
La
ciencia considera y tiene como fundamento las observaciones
experimentales. Estas observaciones se organizan por medio de métodos, modelos
y teorías con el fin de generar nuevos conocimientos. Para ello se establecen
previamente unos criterios de verdad y un método de
investigación. La
aplicación de esos métodos y conocimientos conduce a la generación de nuevos
conocimientos en forma de predicciones concretas, cuantitativas y comprobables
referidas a observaciones pasadas, presentes y futuras. Con frecuencia esas
predicciones pueden formularse mediante razonamientos y estructurarse como
reglas o leyes generales, que dan cuenta del comportamiento de un sistema y
predicen cómo actuará dicho sistema en determinadas circunstancias.
Hasta el Renacimiento todo el saber que no fuera técnico o artístico se
situaba en el ámbito de la filosofía. El conocimiento de la naturaleza era sobre la totalidad: una ciencia universal. Aristóteles usó los términos epistemologia y filosofía para clasificar las ciencias, pero con un significado y contenido muy diferente
al de «ciencia» en la Modernidad. Las primeras clasificaciones se remontan a
Aristóteles, que considera tres categorías del saber:
- Teoría, que busca la verdad de las
ideas, como formas y como sustancias. Este saber está
constituido por las ciencias cuyo conocimiento está basado en el saber por
el saber: Matemáticas, Física y Metafísica.
- Praxis o saber práctico encaminado al logro de un saber para guiar
la conducta hacia una acción propiamente humana en cuanto racional: lo
formaban la Ética, la Política, la Económica y la Retórica.
- Poiesis o saber creador, saber poético,
basado en la transformación técnica. Lo que hoy día se englobaría en la
creación artística, artesanía y la producción de bienes materiales.
La clasificación aristotélica sirvió de fundamento
para todas las clasificaciones que se hicieron en la Edad Media hasta el
Renacimiento, cuando las grandes transformaciones promovidas por los grandes
adelantos técnicos plantearon la necesidad de nuevas ciencias y sobre todo
nuevos métodos de investigación que culminarán en la ciencia moderna del siglo
XVII. Entonces aparece un concepto moderno de clasificación que supone la
definitiva separación entre ciencia y filosofía.
- El sentido común no tiene una
función de reflexión.
Para reflexionar tenemos la capacidad de
recordar, valorar y establecer una acción con conocimiento, o sea a conciencia. Pues
el sentido común es un conocimiento más dentro de nuestra dinámica en el medio.
- El sentido común es la potencia
por la que se tiene la sensación de cualquier sensación externa, cosa muy
distinta de la potencia por la que se tiene la idea de cualquier
sensación. Dicho de otra manera: el sentido común no entiende, sino que
siente las sensaciones externas. El objeto del conocimiento es conocido fragmentaria-mente por el sujeto en el conocimiento inmediato.
Efectivamente el «contacto inmediato» con el objeto se realiza a través de
los sentidos externos, pero éstos sólo captan cada uno un aspecto de dicho
objeto; el ojo no oye, ni el oído siente la dureza.
La primera unificación de estas cualidades captadas se debe llevar a cabo
(es lo que hace el sentido común) a través de una comparación entre ellas,
que permite, a su vez, diferenciarlas... Pero esta comparación o
diferenciación implica ya una referencia marcada a la unidad del sujeto
que siente (debe haber algo que unifique), y por eso se dice que el
sentido común ilumina el acto del sentido externo y lo hace consciente (de ahí el
nombre que se le da al sentido común de conciencia sensible). El sentido
común, pues, utiliza a los sentidos externos como instrumentos de los
que se sirve para cumplir su función más eminente en orden al conocimiento
del objeto.
charlatanería
Un charlatán
es una persona que practica algún tipo de estafa
con el fin de conseguir beneficio económico o alguna otra ventaja mediante el
engaño o la superchería.
Todo charlatán debe
tener alguna habilidad especial; la más común es el don de la palabra, mediante la que logra embaucar
a su audiencia, por lo general inculta en la temática que el charlatán postula.
Otra de las más comunes es la premeditación (movimiento rápido de las manos),
mediante la cual hacían los cambios oportunos de productos que entregaban,
recibían o devolvían. A menudo los poseedores de la primera habilidad mencionada
se asociaban con los de ésta, para mejor llevar a cabo sus estafas.
En
lenguaje más coloquial, se llama también charlatán
a aquel que habla excesivamente y, más específicamente y en sentido peyorativo,
cuando además habla de algo que no conoce o no entiende.
La
charlatanería suele confundirse no erróneamente con el esoterismo
o el ocultismo,
pues a menudo los charlatanes se presentan como astrólogos,
adivinos, neurólogos,
médicos,
curanderos,
líderes espirituales y vendedores de remedios milagrosos
y en general maestros de cualquier ciencia
de la época.
Todo charlatán debe tener alguna habilidad especial; la más común es el don de la palabra, mediante la que logra embaucar a su audiencia, por lo general inculta en la temática que el charlatán postula. Otra de las más comunes es la premeditación (movimiento rápido de las manos), mediante la cual hacían los cambios oportunos de productos que entregaban, recibían o devolvían. A menudo los poseedores de la primera habilidad mencionada se asociaban con los de ésta, para mejor llevar a cabo sus estafas.
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