miércoles, 16 de noviembre de 2016

constelaciones familiares



Constelaciones familiares



La constelación familiar (en alemán, cuya traducción es colocación de la familia) es una terapia considerada alternativa que toma elementos no reconocidos de la antropología social, la teoría sistémica, psiquiatría y el psicoanálisis.
No existe evidencia científica relevante publicada por revistas especializadas con revisión por pares que avale su eficacia y sus afirmaciones. Por ese motivo y por basarse en conceptos pseudocientíficos como resonancia mórfica ha sido también denunciada como pseudocientífica. En los últimos años se publicaron escasas publicaciones de investigaciones con metodología científica al respecto, sin embargo no aplican métodos fiables como el doble ciego ni desarrollan un marco teórico que no se base en presupuestos pseudocientíficos como el misticismo cuántico. Para la ciencia, el concepto de constelaciones familiares, se relaciona solo con la pseudociencia y el engaño.
Índice
Historia

Antecedentes de la expresión

La expresión la acuñó Alfred Adler (1870-1937) como la posición de los miembros de una familia con relación a su edad y rol (Corsini, 2002). En 1953 se encuentran los primeros artículos que utilizan la expresión en el American Journal of Orthopsychiatry, de (Glauber, 1953) y de (Plank, 1953). En 1961, Walter Toman, de la Universidad de Brandeis (Massachusetts), publicó un libro (Toman, 1961) donde se presenta un análisis, basado en correlaciones estadísticas, de las características de los diferentes hermanos en una fratría, categorizando las personalidades en función del género y de su orden de nacimiento respecto a los otros hermanos. En los estudios de psicología referentes a las familias, una constelación familiar es un análisis siguiendo criterios de esta índole.

Según Bert Hellinger

En 1993 Bert Hellinger, junto con Gunthard Webber y Hunter Beaumont, publicó “Zweierlei Glück. Konzept und Praxis der systemischen Psychotherapie” (Fortuna caprichosa. Concepto y práctica de la psicoterapia sistémica), editado también en inglés (Hellinger et al., 1998). En este libro se reportaban las observaciones empíricas de constelaciones familiares aplicadas en un contexto espacio-temporal, que hasta entonces era algo desconocido para el gran público. En su libro Love`s own thruths (Hellinger, 2001), Hellinger comenta que su primer encuentro con las «constelaciones familiares» fue en Estados Unidos, cuando en los años 70 asistió a un taller dado por Ruth McClendon y Les Kadis.6
Bert Hellinger, nacido en 1925, ha cursado estudios como filósofo,7 pedagogo,7 antropólogo7 y teólogo . Fue misionero católico en Sudáfrica durante 16 años. Se formó en el psicoanálisis7 en la Escuela de Viena y se encaminó hacia las comunicaciones interpersonales en el último cuarto del siglo XX; así desarrolló su propio modelo de Terapia Sistémica.7
Él afirma que durante la década de los ochenta conoció leyes a través de la cuales se generan identificaciones y consecuencias trágicas entre los integrantes de una familia.7 Su Teoría de las Constelaciones Familiares, dirigida a la solución, es una de las terapias alternativas para sanar las relaciones en el núcleo de la familia.7
La teoría de las constelaciones familiares toma su nombre de la expresión junguiana8 y es una herramienta con la que se pretende examinar la capacidad determinante de la memoria interpersonal8 y de los sistemas familiares de conducta.8

Influencias de Bert Hellinger

Se podría decir que los precursores de las constelaciones familiares fueron las “esculturas familiares” y las “reconstrucciones familiares” (desarrolladas por Virginia Satir en los años 50 del siglo pasado) y el trabajo con el “tablero familiar” (Kurt Ludewig) con ayuda de pequeñas figuras.
Una de las bases de las constelaciones familiares fue, hace muchos años, el trabajo de Thea Schönfelder, una psiquiatra alemana. Desarrolló un método que le ayudaba a que sus pacientes pudieran reconocer los efectos de las dinámicas familiares que suponían una carga y a buscar soluciones sanadoras junto a ellos. Trabajaba con jóvenes psicóticos y sus familiares y con esta terapia obtuvo grandes éxitos. Bert Hellinger mismo conoció las constelaciones con Thea Schönfelder, le entusiasmaron, las tomó como estímulo y trabajó a su maneracon ellas. A lo largo de los años, muchas personas de renombre continuaron desarrollando las constelaciones familiares. Así, combinando los conocimientos de varias escuelas terapéuticas, surgió un método terapéutico que entretanto ha alcanzado una gran resonancia en Europa, EE.UU., América Latina y en algunas partes de Asia. El modo de realizar las constelaciones familiares, u otros formatos de constelaciones sistémicas, está muy fuertemente ligado a la persona que las lleva a cabo.

Método

En las constelaciones familiares, los representantes de los miembros de una familia perciben las sensaciones de quienes representan, aunque no haya habido un contacto previo entre estas personas. Esto ayuda a aclarar los asuntos pendientes, delimitando la responsabilidad y lugar de cada individuo dentro del sistema familiar.
El método consiste en que cada persona, con ayuda de representantes configura su constelación familiar. Con esto se sacan conclusiones acerca del sistema, de su estado actual, buscando soluciones de los problemas que se plantean.
Las personas son capaces de percibir patrones y estructuras en las relaciones. Estas quedan memorizadas, sirviendo como esquemas afectivos y cognitivos que definen el actuar de la gente. Las constelaciones familiares ayudan, mostrando representaciones que escenifican determinados contextos sistémicos. Los representantes de los miembros del sistema familiar perciben y reproducen la situación en general, permitiendo que surja información sobre las estructuras e interacciones en el sistema, haciendo posible el desarrollo de una solución.
En la configuración de la constelación, el consultante puede experimentar el proceso, primero como observador externo y más adelante como participante directo, ocupando un lugar en la representación de la solución. Dentro de la configuración están los representantes, el cliente, los observadores y el experto, y todo el grupo puede modificar sus representaciones sociales del problema planteado.

Tipos de constelaciones

Quienes aplican esta pseudoterapia distinguen dos tipos de constelaciones familiares: grupal e individual.9
·         Constelación individual. Trabaja con muñecos terapéuticos que representan a los miembros de la familia. Esta sesión sólo se desarrolla con el constelador y el constelante y es una ventaja para las personas a las que les cuesta trabajo abrirse ante otras.
·         Constelaciones en grupo. El constelante expone su tema a los demás miembros del grupo y los demás individuos representan a los otros integrantes de la familia. En algunos casos, el constelante sólo expone su inquietud al constelador, de tal forma que los participantes no saben el tema a resolver, evitando influir positiva o negativamente en el mismo.

Críticas

No existe evidencia científica publicada por revistas especializadas que avale la eficacia de las constelaciones familiares. Por lo tanto, su fundamento, utilidad y resultados no se han demostrado, pese a estudios experimentales que lo han intentado. Ello impide asegurar actualmente si realmente existen resultados directamente atribuibles a esta técnica. Esta situación se ha denunciado en diversas publicaciones. La técnica de constelaciones familiares es un acopio de psicoanálisis, modelos sistemáticos y terapias socio-grupales que se amalgaman de manera sincrética sin ser ni lo uno ni lo otro. Se ve más como una respuesta a los problemas de la familia agraria o medieval y no toma en cuenta los cambios y retos en el sistema de familia nuclear actual.

Impacto en América Latina

La metodología desarrollada por Hellinger ha tenido una importante recepción en América Latina, gracias a la falta de regulación sanitaria en intervenciones psicoterapéuticas. Un número creciente de terapeutas no calificados y sin formación clínica han incorporado esta herramienta en su cartera de servicios, debido al interés de pacientes y simpatizantes de terapias alternativas.
Esta situación ha propiciado un incremento en la demanda sobre la formación y entrenamiento en la metodología de constelaciones familiares. Múltiples institutos y pequeñas academias promueven talleres breves, cursos y diplomados sobre constelaciones. Aunque existen muchos centros de estudio, la regulación y control de contenidos sobre la formación de los futuros facilitadores está sesgada, porque no existe un patrón y consenso sobre las líneas de trabajo y los instructores.

SINDROME DE ESTOCOLMO



Síndrome de Estocolmo

El síndrome de Estocolmo es una reacción psicológica en la que la víctima de un secuestro, violación o retención en contra de su voluntad, desarrolla una relación de complicidad y un fuerte vínculo afectivo, con quien la ha dañado física y/o psicológicamente. Principalmente se debe a que malinterpretan la ausencia de violencia contra su persona como un acto de humanidad por parte del agresor.1 Según datos de la Federal Bureau of Investigation (FBI), alrededor del 27 % de las víctimas de 4700 secuestros y asedios recogidos en su base de datos experimentan esta reacción. Las víctimas que experimentan el síndrome muestran regularmente dos tipos de reacción ante la situación: por una parte, tienen sentimientos positivos hacia sus secuestradores; mientras que, por otra parte, muestran miedo e ira contra las autoridades policiales o quienes se encuentren en contra de sus captores. A la vez, los propios secuestradores muestran sentimientos positivos hacia los rehenes.

Índice

Causas

En la bibliografía sobre el tema, se mencionan varias posibles causas para tal comportamiento:
  • Tanto el rehén o la víctima como el autor del delito persiguen la meta de salir ilesos del incidente, por ello cooperan.
  • Los rehenes tratan de protegerse en un contexto de situaciones que les resultan incontrolables, por lo que tratan de cumplir los deseos de sus captores.
  • Los delincuentes se presentan como benefactores ante los rehenes para evitar una escalada de los hechos. De aquí puede nacer una relación emocional de las víctimas por agradecimiento con los autores del delito.
  • Con base en la historia de desarrollo personal, puede verse el acercamiento de las víctimas con los delincuentes, una reacción desarrollada durante la infancia. Un infante que percibe el enojo de su progenitor, sufre por ello y trata de «comportarse bien», para evitar la situación. Este reflejo se puede volver a activar en una situación extrema.
  • La pérdida total del control que sufre el rehén durante un secuestro es difícil de asimilar. Se hace más soportable para la víctima convenciéndose a sí misma de que tiene algún sentido, y puede llevarla a identificarse con los motivos del autor del delito.
  • Este comportamiento surge debido a la presión psicológica que tiene el rehén al saberse aislado, abandonado, amenazado y quizás olvidado por la policía.

Historia

Artículo principal: Robo de Norrmalmstorg
https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/4/43/Patty_Hearst_takes_part_in_the_April_1974_Hiberna_bank_raid_with_other_SLA_members.jpg/250px-Patty_Hearst_takes_part_in_the_April_1974_Hiberna_bank_raid_with_other_SLA_members.jpg
Patricia Hearst durante el atraco protagonizado por el SLA en el Banco Hibernia.
El 23 de agosto de 1973, Jan Erik Olsson intentó asaltar el Banco de Crédito de Estocolmo, en Suecia. Tras verse acorralado tomó de rehenes a cuatro empleados del banco, tres mujeres y un hombre. Entre sus exigencias estaba que le trajeran a Clark Olofsson, un criminal que en ese momento cumplía una condena. A pesar de las amenazas contra su vida, incluso cuando fueron obligados a ponerse de pie con sogas alrededor de sus cuellos, los rehenes terminaron protegiendo al raptor para evitar que fueran atacados por la policía de Estocolmo. Durante su cautiverio, una de las rehenes afirmó: «No me asusta Clark ni su compañero; me asusta la policía». Y tras su liberación, Kristin Enmark, otra de las rehenes, declaró: «Confío plenamente en él, viajaría por todo el mundo con él». El psiquiatra Nils Bejerot, asesor de la policía sueca durante el asalto acuñó el término de Síndrome de Estocolmo para referirse a la reacción de los rehenes ante su cautiverio.
Un año después, en febrero de 1974, Patricia Hearst, nieta del magnate William Randolph Hearst, fue secuestrada por el ejército Simbionés de Liberación. Dos meses después de su liberación, ella se unió a sus captores, ayudándolos a realizar el asalto a un banco. Este caso le dio popularidad al término de "Síndrome de Estocolmo", al intentar ser usado por su defensa durante el juicio, pero no fue aceptado por el tribunal y Hearst fue condenada por el atraco.

Situaciones

De acuerdo con el psiquiatra y catedrático de Medicina social Nils Bejerot, asesor de la policía sueca durante el secuestro, el síndrome de Estocolmo es más común en personas que han sido víctimas de algún tipo de abuso, tal es el caso de:

Otros usos

Fuera del contexto criminal, una forma de que el síndrome puede ocurrir es en el entrenamiento militar básico, en el cual este es una experiencia ligeramente traumática con la meta de crear vínculos en las unidades militares, que seguirán siendo leales entre sí, aún en situaciones de peligro de muerte.
Igualmente, los efectos del sistema de las «novatadas» en la introducción a grupos (tales como fraternidades, secretas o no, las bandas y hermandades) se han comparado a este síndrome. En la antropología cultural un síntoma similar común es la captura de la novia.
La lealtad a un abusador más poderoso —a pesar del peligro en que esta lealtad pone a la víctima de abuso— es común entre víctimas de abuso doméstico, los maltratados y el abusador de niños (infantes dependientes). En muchos casos las víctimas eligen seguir siendo leales a su abusador, y eligen no dejarlo, incluso cuando se les ofrece un lugar seguro en hogares adoptivos o casas de acogida. Este síndrome fue descrito por los psicoanalistas de la escuela de la teoría de las relaciones objetales (véase Ronald Fairbairn) como el fenómeno de la identificación psicológica con el abusador poderosa.

Síndrome de Estocolmo Doméstico

El Síndrome de Estocolmo Doméstico (SIES-d), también llamado “Síndrome de la mujer maltratada”, se da en mujeres maltratadas por sus parejas sentimentales con las que mantienen un vínculo de carácter afectivo.
El SIES-d plantea que la mujer víctima del maltrato por parte de su pareja llega a adaptarse a esa situación aversiva que se da, incrementando la habilidad para afrontar estímulos adversos y la habilidad de minimizar el dolor. Estas mujeres suelen presentar distorsiones cognitivas como son la disociación, la negación o la minimización. Esto les permite soportar las situaciones e incidentes de violencia que se ejerce sobre ellas. 

Origen de la denominación

Su denominación está vinculada con el Síndrome de Estocolmo, que fue definido a partir de un concreto incidente en el que tras un atraco a un banco de Estocolmo, “una cajera se enamora de uno de los atracadores. Sandor Ferenczi (1873-1933) llamó a este mecanismo de defensa identificación con el agresor, vínculo que se crea cuando una persona se encuentra impotente frente a su agresor en una situación donde su vida corre peligro"4 Se trata de un mecanismo de supervivencia que se crea en la mujer víctima de maltrato para convivir con la repetida violencia que su pareja ejerce sobre ella. Se denominó así a este proceso que se da en la mente de la víctima. Por ello también se le ha llamado Síndrome de Estocolmo Doméstico al proceso mental que sufre una mujer víctima de maltrato por parte de su pareja sentimental. 
Fue formulado por Leonare Walker en Estados Unidos en 1979, quien lo usó para describir las secuelas psicológicas que se daban en las mujeres víctimas de violencia de género.5 El origen de la formulación de este Síndrome estaría fundamentado en la “Teoría de la Indefensión Aprendida”.
Dicha teoría toma como fundamento experimentos realizados por Martin Seligman, los cuales tuvieron incluso repercusión para el análisis de la depresión en los seres humanos.  El autor partió del estudio de perros que fueron sometidos a choques eléctricos intermitentes. Estos choques se daban de forma discontinua y al azar cuando los perros se aproximaban a buscar sus alimentos, este procedimiento les produjo una conducta, la cual les hacía arrinconarse en una esquina de su jaula a la que denominaremos “esquina segura”. Permanecían en esa esquina segura hasta que decidían volver nuevamente a la búsqueda de los alimentos y a veces recibían choques y otras no. Como resultado de este proceso se crearon sentimientos de incertidumbre al mismo tiempo que los perros se volvían más dependientes del propio experimentador. A razón de estos resultados se estableció un paralelismo entre la conducta aprendida desarrollada por estos perros y la conducta de la mujer maltratada. También se han dado algunas posiciones críticas que defendían que la incertidumbre asociada a la repetida violencia e intermitente es un proceso clave en el desarrollo del vínculo, pero que sin embargo de ninguna manera puede ser el único.

Ubicación como “Trastornos Disociativo no especificado”

El síndrome que nos ocupa no ha sido caracterizado como entidad diagnóstica en la última edición de 1995 del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM IV), pero sí se lo reconoce como fenómeno psicopatológico de plataforma traumática: “En el que se induce al agredido a un modelo mental, de naturaleza cognitiva y anclaje contextual” (Montero Gómez, 1999). Montero ha introducido a este Síndrome dentro de la clasificación de “Trastornos disociativo no especificado” del manual “DSM IV”.
El autor ha descrito el SIES-d  como “un vínculo interpersonal de protección, construido entre la mujer y su agresor, en el marco de un ambiente traumático y de restricción estimular, a través de la inducción en la mujer de un modelo mental (red intersituacional de esquemas mentales y creencias). La mujer sometida a maltrato desarrollaría el Síndrome de Estocolmo para proteger su propia integridad psicológica y recuperar la homeostasis fisiológica y conductual." (Montero Gómez, 1999).
Según Dutton y Painter (1981), el Síndrome de Estocolmo entendido en el ámbito domiciliar surge de una forma determinada. Estos autores han descrito un escenario en el que dos factores, el desequilibrio de poder, por un lado, y la suspensión en el tratamiento bueno-malo, por el otro, generan en la mujer maltratada el desarrollo de un lazo traumático que la une con el agresor a través de conductas de docilidad, donde el abuso crea y mantiene en la pareja una dinámica de dependencia debido a su efecto asimétrico sobre el equilibrio de castigos. Este sentimiento de dependencia camina hacia la identificación con el agresor, a la justificación de sus actos y por último a “ponerse de su lado”.
A pesar de que el adjetivo “doméstico” a veces es entendido como el espacio de convivencia familiar, éste hace referencia en el Síndrome de Estocolmo Doméstico a muchos más ámbitos que el propio domicilio donde puedan convivir la pareja. La conducta de maltrato es llevada a cabo muchas veces en el hogar, pero también lo es fuera de él. Por ello, es importante no confundir el término “doméstico” cuando hablemos de este Síndrome: (SIES-d).

Fases

El síndrome viene determinado por una serie de cambios y adaptaciones que se dan a través de un proceso formado por 4 fases a nivel psicológico en la mujer víctima de maltrato por parte de su pareja.
Estas cuatro fases son:
Desencadenante: los primeros malos tratos rompen el sentimiento de seguridad y la confianza que la mujer tiene depositada en su pareja. Se produce entonces desorientación, pérdida de referentes e incluso depresión.
Re orientación: la mujer busca nuevos referentes, pero su aislamiento es cada vez mayor. Normalmente a estas alturas se encuentra prácticamente sola con el exclusivo apoyo de la familia. La víctima no tiene con qué comparar o con quién al estar aislada.
Afrontamiento: la mujer percibe la realidad de forma desvirtuada, se autoinculpa de la situación y entra en un estado de indefensión y resistencia pasiva. El agresor la hace sentir culpable. Entra en una fase de afrontamiento donde asume el modelo mental de su pareja, tratando de manejar la situación traumática.
Adaptación: la mujer proyecta la culpa hacia otros, hacia el exterior (locus de control externo) y, el Síndrome de Estocolmo Doméstico se consolida a través de un proceso de identificación con el agresor.
Sobre este tema Vallejo Rubinstein señala que el “desconocimiento de estos procesos y de sus secuelas hace que muchas veces las mujeres agredidas sean tratadas y retratadas como masoquistas, locas o histéricas a las que les gusta que les peguen. Como explica Rojas Marcos, a la hora de analizar las representaciones que se hacen de víctimas y agresores (especialmente de los medios de comunicación que raramente toman en cuenta o narran estos procesos), la mujer sale mucho peor parada que el agresor, que suele aparecer como un señor normal, que nunca ha sido violento según los vecinos y testigos, no el monstruo que uno espera, versus una mujer desencajada y fuera de sí que lo provoca con sus comportamientos (1995, p.34). Esta concepción patológica de la mujer objeto de abuso es sólo una de las muchas imágenes o estereotipos que circulan en la sociedad respecto a víctimas y agresores”.